En 2050 un elevador subirá a una altura de 36,000 kilómetros, a donde se encuentra la órbita geoestacionaria. La cabina viajará a 200 km/h y tardará más de siete días en llegar a su destino. La 'cuerda' será construida con 96,000 kilómetros de nanotubos de carbono, material casi 20 veces más resistente que el acero pero menos pesado.
El principio con el que funcionará es muy simple: el de una cuerda con un peso atado en uno de sus extremos a la que se hace girar a gran velocidad, y cuyo desplazamiento la mantiene en tensión. En el caso del ascensor espacial, un extremo estará fijado a la superficie de la Tierra mientras el otro será consolidado en el espacio con una contrabalanza que se sostenga allí mediante la fuerza centrífuga terrestre.
Satomi Katsuyama, de la empresa japonesa Obayashi, es la directora del proyecto, cuyo propósito es enviar materiales y equipo a nivel orbital, y también a personas que deseen viajar al espacio (se trata de un mecanismo para conectar con la órbita terrestre sin necesidad de utilizar un cohete o transbordador espacial). De este modo, el elevador competiría en el futuro con empresas como Virgin Galactic, que con sus naves será la primera en ofrecer viajes turísticos espaciales, previsto el primero de ellos para 2013.
Por lo pronto, aún hay aspectos técnicos que resolver antes de comenzar su construcción, sin embargo los avances tecnológicos que se están produciendo brindarían las soluciones necesarias en el corto plazo. Ciencia ficción o no, se trataría de uno de los más complejos desafíos por esperar, una idea que el ingeniero ruso Yuri Artsutanov ya había propuesto hace más de cincuenta años. Imagen: Kenn Brown
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